¿Imposición o Respeto? Los derechos humanos de las mujeres y personas trans, lesbianas, bisexuales y gays+ 

Por Herman Duarte

Respetar a alguien más implica aceptar que esa persona es diferente, la aceptación no implica que me están imponiendo algo. Respetar significa, además, que aceptamos que alguien puede tomar sus propias decisiones, y que esas decisiones que alguien - en su esfera privada e individual - tome, no me vengan a imponer a mi obligación, más allá de las aceptables socialmente (como implica, valga la redundancia, respetar a alguien más).

A nadie se le obligará casarse civilmente con alguien de su mismo género porque existan normas jurídicas para adultos homosexuales puedan regular sus relaciones de pareja, todo matrimonio heterosexual permanecerá intacto. ¿De qué forma que dos mujeres se casen civilmente imposibilita a un coito de una pareja heterosexual? ¿Alguien se puede imaginar una pareja heterosexual que deje de celebrar una cita, porque les contaron que sus vecinos homosexuales se casaron civilmente?   

Si las mujeres llegan a tener derechos sexuales y reproductivos, no significa que todas las mujeres estarán obligadas a interrumpir el fruto de su embarazo, eso sería imposición, no respeto. Lo que realmente implica una regulación de este tipo es que quien necesite hacerlo tendrá esa POSIBILIDAD para tomar esa decisión, con el fin de reducir el riesgo a morir y para eliminar la posibilidad de terminar en prisión, tal y como le pasó a Manuela y que hoy se reivindica su memoria ante el garante de los derechos humanos en América Latina: La Corte Interamericana de Derechos Humanos.   

Explica la Dra. Siverino Bavio (2018): “la expresión trans comunmente engloba a quienes se identifican con, expresan y/o corporizan un género distinto al asignado al nacer y a quienes desafian, con la apariencia y/o la auto-denominación, aquellas expectativas asociadas con el genero impuesto socialmente desde el nacimiento.” Esa identificación no es más que el ejercicio del derecho a la identidad, que nos da el derecho a definir como nos identificamos, nos sentimos cómodos y por ende, como los demás debe referirnos a nosotros por la noción más básica de respeto (lo cual, de nuevo, no es una imposición). Todas las personas, tienen derecho a que se respete su identidad con un marco jurídico apropiado, como una ley de identidad de género. 

La confusión entre si los derechos humanos de estos grupos minoritarios son una “imposición” para la sociedad, surge de la creación del término “ideología de género”, una pegajosa frase que de alguna forma se le pueden culpar todos los males: desde violencia, destrucción de la familia, hasta desastres naturales. De alguna forma, en medio del miedo que genera lo desconocido y el escándalo que lo diferente produce, los grupos conservadores han logrado crear un “Coco” societario, un Frankenstein que aterroriza a personas buenas que no quieren discriminar.   

Pero no se trata de ideología alguna, sino de un llamado a la empatía. Retomando las palabras de Bianka Rodríguez de Comcavis Trans este 17 de mayo: “estamos hartas, hartas de la invisibilidad”(2021).  Ese dolor que se proyecta recuerda la importancia inyectar una postura de respeto a las diferencias que existen en el mundo. Promoviendo la aceptación de lo diferente, cultivamos un ambiente de fluidez para el alma, que resulta un espacio superior a uno que se basa en la represión. Es necesario que todas las minorías cuenten, tal y como dice Rodríguez, con “leyes que garanticen nuestros derechos”. 

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